EL SOL DE MEDIANOCHE

Siempre me ha llamado la atención poder estar a las dos de la mañana leyendo el periódico como si fuera mediodía, tal y como se puede hacer en las latitudes altas durante el periodo estival más cercano al solsticio de verano alrededor del 21 de junio de cada año.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de visitar en este periodo Finlandia y pude comprobar que el sol no se puso en los tres días que estuve allí. Es más, el mismo recorría un círculo por la totalidad de la bóveda celeste; es decir, dependiendo de la hora, el denominado astro rey se podía ubicar en cualquier dirección de la rosa de los vientos. Sólo entre las 23:00 y las 02:00 parecía que nuestra estrella se quería marchar a descansar un rato, pero no llegaba a ocultarse del todo.
Pero, ¿por qué se produce este fenómeno tan curioso? El sol de medianoche tiene que ver con la posición de la Tierra con respecto a su eje, es decir, de la estación del año. Cuando nuestro planeta alcanza la inclinación máxima de 23 grados y 27 minutos, el día «cuasi eterno» llega al polo durante más de 180 jornadas. En los siguientes croquis se ilustra gráficamente esta singularidad:
Untitled Bóveda celeste (1)

Mientras se produce este fenómeno, en el otro hemisferio o en el mismo, seis meses después, tiene lugar la «noche polar», que consiste justamente en lo contrario, en la oscuridad «cuasi eterna».

Los efectos sobre el ser humano (especialmente sobre los que somos de otras latitudes más bajas) se pueden resumir en disfunciones de los bioritmos que se ven reflejadas en la posibilidad de sufrir insomnio. En cualquier caso, la belleza de esta maravilla, siempre será mayor que los posibles inconvenientes que nos pueda causar.