En el #CarreterayManTA del pasado 6 de mayo de 2022 recorrimos cinco de las principales carreteras europeas en busca de algo parecido a la célebre Ruta 66 de EEUU. Nos referimos a la E-40, E-60, E-30, E-80 y E-22, que cruzan el viejo continente, adentrándose incluso en Asia de oeste a este y que cubren distancias de entre 5.000 y más de 8.000 kilómetros.
Quizás no encontráramos la equivalencia de la «carretera madre» norteamericana, pero, con permiso de Putin, claro está, sacamos algunas ideas muy interesantes para recorrer con nuestro vehículo toda Europa.
Italia fue la primera democracia en Europa que, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, vivió el ascenso de una opción política totalitaria.
Por un lado la inestabilidad política -cinco gobiernos entre 1919 y 1922-, el incumplimiento del Tratado de Londres (1915) por el que Italia recibiría varios territorios que consideraba como propios y el desastre demográfico y económico, llevaron a Italia a una grave crisis socioeconómica. Así, en el norte, se produjeron sendos movimientos revolucionarios basados en el modelo comunista soviético; mientras que en el sur se produjeron ocupaciones de tierras de los grandes propietarios.
Ante la situación de inestabilidad manifiesta, surgió la figura de Benito Mussolini, que en 1919 creó los Fasci de Combate, paramilitares uniformados con camisas negras cuyo principal objetivo era combatir violentamente las huelgas y movimientos obreros. Dos años más tarde, en 1921, los Fasci de Combate se transformaron en el Partido Nacional Fascista. De ideología nacionalista y anticomunista, se presentaba como la opción política que garantizaría la propiedad privada y que acabaría con el movimiento obrero; por ello, obtuvo el apoyo de la burguesía, la Iglesia y el propio rey, Víctor Manuel III.
De este modo, en las elecciones de 1922, el Partido Nacional Fascista obtuvo un total de 22 escaños de un total de 500. A pesar de haber obtenido tan baja representación, ese mismo año, Mussolini exigió al monarca italiano la entrega del Gobierno, ante la huelga general convocada por los sindicatos y los anarquistas. Para demostrar su fuerza, acompañado de unos 300.000 Camisas Negras, realizó la denominada «Marcha sobre Roma» a finales de octubre de 1922. Como consecuencia de ello, el rey entregó el Gobierno poco después a Benito Mussolini, que en los años siguientes persiguió a opositores -socialistas, comunistas y democristianos- y restringió las libertades.
Así, en las elecciones de 1924, el Partido Fascista ganó, por lo que Mussolini se autodenominó «duce» y se autoatribuyó poderes plenos, prohibiendo cualquier partido político e instaurando definitivamente una política autoritaria, nacionalista, imperialista y autárquica que le llevó años después a aliarse con la Alemania de Hitler.
En el siguiente vídeo se resume el ascenso del fascismo al poder en Italia:
EL NAZISMO ALEMÁN:
En el caso de Alemania, derrotada en la Primera Guerra Mundial, la situación económica era lamentable: las grandes pérdidas, tanto humanas, como económicas del conflicto, se vieron agravadas por el pago de las reparaciones de guerra que como perdedor, y en virtud del Tratado de Versalles, hubo de pagar a los vencedores. Este hecho llevó en 1923 a la imposibilidad de pagarlas y a que Francia y Bélgica ocuparan la cuenca minera del Rühr, que se cobrarían sus indemnizaciones en carbón. Desde un punto de vista económico, la situación fue tan insostenible que se llegó a una situación de «hiperinflación» o «inflación galopante», llegándose a acuñar un billete de 100 billones de marcos.
La recién creada República de Weimar -nombre oficial de la Alemania del periodo de entreguerras- estaba gravemente herida social, económicamente, pero especialmente en su orgullo.
Adolf Hitler, joven soldado alemán, ingresó en 1920 en el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania -NSDAP, posteriormente Nazi-, del cual en unos años se convertiría en líder. Su ideología, que despreciaba la democracia y el comunismo, exaltaba desde un punto de vista la raza aria y era claramente antisemita. Hitler culpó a los demócratas, judíos y comunistas de los males de Alemania, y prometió trabajo para todos los alemanes.
En 1923, en Munich, Hitler intentó un golpe de Estado que finalmente fracasó y lo llevó a la cárcel hasta 1925. Es en prisión donde precisamente escribió su obra fundamental, «Mi lucha» -«Mein kampf»-.
Entre 1924 y 1929, la República de Weimar vivió un periodo de relativa mejora económica, aunque la crisis de 1929, que llevó a la quiebra a bancos, fábricas, etc,… provocó en Alemania un enorme descontento social. Por ello, la población alemana se polarizó: de un lado, la burguesía, muchos campesinos y obreros se acercaron ideológicamente a las ideas del Partido Nazi, mientras que algunos obreros e intelectuales optaron por el Partido Comunista.
En las elecciones de 1932, el Partido Nazi ganó las elecciones con algo menos de la mitad de los votos registrados. De este modo, en 1933, Hitler consiguió que el presidente de la República le nombrase canciller.
Una vez en el poder, Adolf Hitler volvió a convocar nuevas elecciones ese año 1933. Durante la campaña electoral, los nazis realizaron una campaña de «falsa bandera»: prendieron fuego al Reichstag alemán, acusando a los comunistas, hecho que sirvió al que al año siguiente se autodenominaría «Führer» para eliminar a sus adversarios electorales del panorama político.
En el contexto europeo, Hitler manifestó la necesidad de Alemania de su «espacio vital» -«lebensraum», hecho que justificaría la política exterior nazi de los siguientes años y que llevaría al mundo a una nueva contienda bélica, la Segunda Guerra Mundial.
En el siguiente vídeo se resume en menos de tres minutos el ascenso de Adolf Hitler al poder:
Procesos de unificación italiana y alemana. Fuente: Proyecto Kairos.
Hasta el último tercio del siglo XIX, Italia y Alemania existían sólo como un amplio concepto geográfico y no como los Estados que son hoy en día.
En Italia, y dentro del contexto de las revoluciones burguesas, el «Risorgimento» promueve la conciencia nacional en la península itálica y por tanto la creación de un sólo Estado en este territorio. En este sentido, el papel de algunas sociedades secretas como los «carbonarios» es muy importante. Sin embargo, una serie de obstáculos dificultará durante varias décadas la unificación italiana. Entre estos, nos encontramos con la presencia de Austria en una parte importante del territorio italiano, los acuerdos del Congreso de Viena (1815) que impedían la creación de un nuevo Estado o la incógnita de qué ocurriría con Roma, la capital del papado.
En cuanto al proceso en sí mismo, presentó la siguiente casuística: En 1859, franceses y piamonteses combatieron contra Austria, obteniendo estos últimos a cambio la región de Lombardía. Un año más tarde, los ducados de Parma, Módena, Lucca y Toscana deciden unirse mediante sendos plebiscitos a Lombardía. Garibaldi junto con la expedición de los Camisas Rojas -la expedición de los mil- desembarca en Sicilia y Nápoles, incorporando el reino de las Dos Sicilias al de Piamonte-Cerdeña. En 1861, Víctor Manuel II se proclama rey de Italia. Ya sólo queda resolver la cuestión romana y echar a Austria de Venecia: los italianos aprovecharán la alianza con Prusia en la guerra Austro-Prusiana para tomar el Véneto y convertir Roma en capital del país en 1871. En el siguiente vídeo se resume el proceso de unificación italiana en un par de minutos:
En cuanto a la unificación alemana, la Unión Aduanera -Zollverein- capitaneada por Prusia fue un serio antecedente de lo que posteriormente se convertiría en la nación alemana. La cuestión estaba en quién iba a dirigir la creación de ese nuevo Estado alemán, si Prusia o Austria, hecho que se decidió en 1866 tras la derrota de los austríacos a mano de los prusianos en la batalla de Sadowa. El proyecto de Otto von Bismarck de crear una «pequeña Alemania» con Prusia a la cabeza se impondrá al austríaco en el que esta última encabezaría la creación de la nueva «Gran Alemania». En 1870-71 tiene lugar la guerra franco-prusiana, en la que Prusia junto con otros Estados alemanes vencerán a Francia y le arrebatarán Alsacia y Lorena. De este modo, en 1871, en el palacio de Versalles, se coronará emperador -káiser- del segundo Imperio alemán -segundo Reich-.
La explicación de la unificación alemana en un vídeo de dos minutos, a continuación:
Mucho más resumida la información de las unificaciones italiana y alemana en el siguiente cuadro:
Unificaciones italiana y alemana. Cuadro resumen. Elaboración propia.
Revoluciones liberales siglo XIX: Mapas. Fuente: Proyecto Kairos.
Derrotado Napoleón en la batalla de Waterloo, los intentos del Congreso de Viena (1814-15) por volver al Antiguo Régimen y a las fronteras prenapoleónicas no tuvieron demasiado éxito puesto que en muchos lugares de Europa surgieron una serie de revoluciones más o menos espontáneas que tuvieron en la defensa de los valores nacionales y en la implantación del liberalismo su máximo exponente. En este sentido, podemos destacar hasta tres oleadas revolucionarias:
Revoluciones de 1820: Tuvieron lugar en España, Grecia, Portugal, Imperio ruso y Piamonte-Cerdeña y Dos Sicilias. En el caso de España, el comandante Riego realizó un pronunciamiento militar mediante el cual hizo jurar la Constitución de 1812 al rey Fernando VII. En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis -l’Expédition d’Espagne- enviados por la Santa Alianza, entraron en España desde Francia y restituyeron el poder absoluto del monarca, terminando así el denominado «trienio liberal». En Grecia, la revolución de 1821 culminaría con la independencia del Imperio otomano en 1829.
Revoluciones de 1830: En Francia, el absolutismo de Carlos X daría paso a la monarquía parlamentaria de Luis Felipe de Orleans. Bélgica se independizaría de Países Bajos en 1830. Las revueltas en Polonia contra el Imperio ruso y las de algunos Estados italianos terminaron fracasando.
Revoluciones de 1848: Uno de los detonantes fue las malas cosechas debidas a un hongo que afectó a la patata -crisis de la patata- que provocó importantes hambrunas. Se produjeron en Francia, Confederación germánica, Imperio austríaco y varios Estados italianos. Denominadas la «primavera de los pueblos» por su contenido nacionalista. A partir de esta oleada revolucionaria, surge un nuevo movimiento, el obrero, que reivindicaría mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores. En el caso de Francia, se producirá la caída definitiva de la monarquía, instaurándose la II República con Luis Napoleón Bonaparte a la cabeza, quien años más tarde -1852- proclamará el II Imperio como Napoleón III.
Aunque las revoluciones burguesas terminaron en relativo fracaso, dado que se suspendieron muchas de las constituciones aprobadas en esta época, el liberalismo avanzó de forma importante, puesto que se amplió el derecho al voto en muchos de los países. Echa un vistazo al siguiente vídeo en el que se hace un interesante resumen:
Para los alumnos de 3º ESO, propongo los siguientes juegos para aprender de forma amena e interactiva, como siempre, las provincias, comunidades autónomas, países y sus respectivas capitales. Se puede trabajar los siguientes mapas: