EL FASCISMO ITALIANO:
Italia fue la primera democracia en Europa que, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, vivió el ascenso de una opción política totalitaria.
Por un lado la inestabilidad política -cinco gobiernos entre 1919 y 1922-, el incumplimiento del Tratado de Londres (1915) por el que Italia recibiría varios territorios que consideraba como propios y el desastre demográfico y económico, llevaron a Italia a una grave crisis socioeconómica. Así, en el norte, se produjeron sendos movimientos revolucionarios basados en el modelo comunista soviético; mientras que en el sur se produjeron ocupaciones de tierras de los grandes propietarios.
Ante la situación de inestabilidad manifiesta, surgió la figura de Benito Mussolini, que en 1919 creó los Fasci de Combate, paramilitares uniformados con camisas negras cuyo principal objetivo era combatir violentamente las huelgas y movimientos obreros. Dos años más tarde, en 1921, los Fasci de Combate se transformaron en el Partido Nacional Fascista. De ideología nacionalista y anticomunista, se presentaba como la opción política que garantizaría la propiedad privada y que acabaría con el movimiento obrero; por ello, obtuvo el apoyo de la burguesía, la Iglesia y el propio rey, Víctor Manuel III.
De este modo, en las elecciones de 1922, el Partido Nacional Fascista obtuvo un total de 22 escaños de un total de 500. A pesar de haber obtenido tan baja representación, ese mismo año, Mussolini exigió al monarca italiano la entrega del Gobierno, ante la huelga general convocada por los sindicatos y los anarquistas. Para demostrar su fuerza, acompañado de unos 300.000 Camisas Negras, realizó la denominada «Marcha sobre Roma» a finales de octubre de 1922. Como consecuencia de ello, el rey entregó el Gobierno poco después a Benito Mussolini, que en los años siguientes persiguió a opositores -socialistas, comunistas y democristianos- y restringió las libertades.
Así, en las elecciones de 1924, el Partido Fascista ganó, por lo que Mussolini se autodenominó «duce» y se autoatribuyó poderes plenos, prohibiendo cualquier partido político e instaurando definitivamente una política autoritaria, nacionalista, imperialista y autárquica que le llevó años después a aliarse con la Alemania de Hitler.
En el siguiente vídeo se resume el ascenso del fascismo al poder en Italia:
EL NAZISMO ALEMÁN:
En el caso de Alemania, derrotada en la Primera Guerra Mundial, la situación económica era lamentable: las grandes pérdidas, tanto humanas, como económicas del conflicto, se vieron agravadas por el pago de las reparaciones de guerra que como perdedor, y en virtud del Tratado de Versalles, hubo de pagar a los vencedores. Este hecho llevó en 1923 a la imposibilidad de pagarlas y a que Francia y Bélgica ocuparan la cuenca minera del Rühr, que se cobrarían sus indemnizaciones en carbón. Desde un punto de vista económico, la situación fue tan insostenible que se llegó a una situación de «hiperinflación» o «inflación galopante», llegándose a acuñar un billete de 100 billones de marcos.
La recién creada República de Weimar -nombre oficial de la Alemania del periodo de entreguerras- estaba gravemente herida social, económicamente, pero especialmente en su orgullo.
Adolf Hitler, joven soldado alemán, ingresó en 1920 en el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania -NSDAP, posteriormente Nazi-, del cual en unos años se convertiría en líder. Su ideología, que despreciaba la democracia y el comunismo, exaltaba desde un punto de vista la raza aria y era claramente antisemita. Hitler culpó a los demócratas, judíos y comunistas de los males de Alemania, y prometió trabajo para todos los alemanes.
En 1923, en Munich, Hitler intentó un golpe de Estado que finalmente fracasó y lo llevó a la cárcel hasta 1925. Es en prisión donde precisamente escribió su obra fundamental, «Mi lucha» -«Mein kampf»-.
Entre 1924 y 1929, la República de Weimar vivió un periodo de relativa mejora económica, aunque la crisis de 1929, que llevó a la quiebra a bancos, fábricas, etc,… provocó en Alemania un enorme descontento social. Por ello, la población alemana se polarizó: de un lado, la burguesía, muchos campesinos y obreros se acercaron ideológicamente a las ideas del Partido Nazi, mientras que algunos obreros e intelectuales optaron por el Partido Comunista.
En las elecciones de 1932, el Partido Nazi ganó las elecciones con algo menos de la mitad de los votos registrados. De este modo, en 1933, Hitler consiguió que el presidente de la República le nombrase canciller.
Una vez en el poder, Adolf Hitler volvió a convocar nuevas elecciones ese año 1933. Durante la campaña electoral, los nazis realizaron una campaña de «falsa bandera»: prendieron fuego al Reichstag alemán, acusando a los comunistas, hecho que sirvió al que al año siguiente se autodenominaría «Führer» para eliminar a sus adversarios electorales del panorama político.
En el contexto europeo, Hitler manifestó la necesidad de Alemania de su «espacio vital» -«lebensraum», hecho que justificaría la política exterior nazi de los siguientes años y que llevaría al mundo a una nueva contienda bélica, la Segunda Guerra Mundial.
En el siguiente vídeo se resume en menos de tres minutos el ascenso de Adolf Hitler al poder: