
Cuando Amadeo I renunció al trono en febrero de 1873 por motivos que tenían que ver con los vaivenes políticos generados por la guerra de Cuba, el estallido de la tercera guerra carlista, y una situación política insostenible, se propició un ambiente más inestable aún cuya consecuencia más inmediata, a falta de una solución monárquica que funcionase, fue la instauración de la I República.
En la España republicana, dentro de un contexto de falta de definición en lo referente al modelo de estado -tanto en lo territorial como en lo político-; el 12 de julio de 1873 se produciría una insurrección pacífica en Cartagena, que se denominó Cantón de Cartagena, dirigida por el murciano de la pedanía de Torreagüera, Antonio Gálvez Arce, que que era más conocido como Antonete Gálvez y que a continuación fue nombrado Ministro de Ultramar. El objetivo de dicho alzamiento era constituir el Cantón murciano, cuyos límites administrativos se corresponderían con el actual territorio de la Region de Murcia. Ese día se izó la bandera roja -como no tenían otra a mano, pusieron la turca- en honor a las revoluciones internacionalistas, en el ayuntamiento de Cartagena que fue tomado pacífica y educadamente mediante una nota escrita que pedía por favor la disolución del mismo. Conseguido el objetivo, un cañonazo desde el castillo de Galeras anunció la proclamación del Cantón.
Aunque otros municipios de la provincia de Murcia como San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco, Archena, Alhama de Murcia, Abarán, Alcantarilla, Blanca, Cieza, Ojós, Totana, Abanilla, Aguazas, Beniel, Caravaca de la Cruz, Cehegín, Fortuna, Moratalla, Molina de Segura, Pliego, La Unión, Las Torres de Cotillas, Ceutí o Murcia se sumaron a la revolución cantonal, el epicentro del movimiento revolucionario se ubicó en Cartagena, dado que la principal ofensiva del ejército centralista -así denominaban los insurgentes a las fuerzas gubernamentales- se produjo en la ciudad portuaria, pues fue allí donde los revolucionarios más comprometidos con la causa cantonal se refugiaron y resistieron el sitio.
Los cantonales realizaron diversas marchas por el Sureste, en concreto se desplazaron a Chinchilla -la idea principal era llegar a Madrid, pero la Junta fue desmantelada en esta localidad albaceteña- o a Almería y Orihuela, en donde hubo alguna batalla. Jumilla por otra parte también declaró su propio cantón y llegó a declarar la guerra al Cantón de Cartagena, aunque finalmente no llegó a producirse contienda alguna.
Los republicanos federales, también conocidos como intransigentes tenían la intención de instaurar en España «desde abajo» una república federal. El concepto «desde abajo» significa que serían los propios territorios los que se constituirían en cantones sin esperar ningún tipo de reforma constitucional o prebenda desde Madrid y libremente decidirían si se unirían.
El movimiento cantonal causó la dimisión del presidente del Gobierno, Francesc Pi i Margall, que fue acusado de demasiado tibio con el mismo.
Como curiosidad, podemos citar que Cartagena solicitó formalmente a los Estados Unidos la adhesión a su territorio como un estado más y que incluso se barajó la idea de declarar la guerra a Alemania tras un incidente con un buque de este país en el Mediterráneo. Además, el Cantón de Cartagena tuvo moneda propia, la peseta cantonal, acuñada con plata de Mazarrón.
El 12 de enero de 1874, tras seis meses de pseudoindependencia y de bombardeos que destruyeron más de un setenta por ciento de la plaza, Cartagena fue tomada por los centralistas, y así acabó la revolución cartagenera.
A finales de ese año, tras el experimento republicano fallido, Alfonso XII, hijo de Isabel II, accederá al trono, comenzando el periodo que la historiografía ha denominado Restauración borbónica.
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